Escribo este post ya desde Tokio. Me apetece tanto hablaros de Hong Kong y de cuánta alegría recuperé en aquella ciudad, que este post sobre la otra Corea va a ser relativamente corto. Además los quince días que he pasado en ese país pasaron sin pena ni gloria, en comparación con lo que está siendo este viaje…
La visita a Corea del Norte me dejó las reservas agotadas. Fue un viaje muy exigente tanto en lo moral como en lo físico. Digamos que, más que enfermo, me encontraba muy débil. Llegué a Seúl con muchas expectativas. Yo me imaginaba esta ciudad como una pequeña Tokio así como imaginaba Corea del Sur como un pequeño Japón. Gran error. Japón es único, pero eso será dentro de un par de posts, aunque ganas de empezar ya tampoco me faltan.
Como ya sabía que iba a llegar para el arrastre, no me exigí mucho. Una semana en Seúl, tres días en Busan o Pusan (segunda ciudad más importante del país) y tres en la isla de Jeju, que es ese punto azul en el mapa y el lugar al que se dirigía el ferry de esos pobres estudiantes que naufragó hace unos meses.
Utilicé la semana en Seúl para descansar y empezar a escribir sobre Corea del Norte. No me pasó nada especial y lo agradecí. Largos paseos y sólo nocturnos, como a mí más me gusta…
…visitas a mercados de peces, con señoras que alardean de su género, y señoras que se desplazan sobre el mismo como arañas en su tela.
Por cierto, muchas, muchas señoras…
Me sorprendió el metro por dos motivos: las distancias entre estaciones son enormes, así que mientras haces transbordo entre trenes puedes aprovechar para educar el gusto y mirar trapitos…
El segundo motivo es el miedo a posibles ataques (¿de los hermanastros del norte?), así que es frecuente ver en todas las estaciones armarios que guardan cámaras anti gas como estas…
Observando toda la gente que circula por aquí y el número de máscaras en los armarios supongo que, llegado el caso, conseguir una de ellas iba a ser como el primer día de rebajas…
Como última curiosidad contaros que el famoso bailecito ese del Gangman Style se hizo en honor a un barrio de Seúl. Gangman en coreano significa literalmente “al sur del río”, que es allí donde precisamente se encuentra…
Y me despedí de Seúl. Me dio un poco de pena por los dueños del hostel Fortune, que así se llamaba el lugar donde me alojaba. Cómo me verían que me invitaron a cenar dos días, uno en la cocina y otro en un restaurante típico de barbacoas, el único momento gastronómicamente decente que pasé en el país… (si salgo un poco doblado en la foto es para que se vea el nombre del hostel, que tan mal no estaba 😉 )
Así que me agarré un bus y atravesé todo el país en cuatro horas para llegar a Busan. Es una ciudad costera bastante moderna, con un festival de cine importante y con muchos extranjeros, pero el momento más intenso fue el partido en el que el Atlético y el Barcelona se jugaban la liga a altas horas de la madrugada…
… y el cartel del baño en el que te indican cómo se debe hacer un uso adecuado del mismo. El número dos no tiene desperdicio…
Bueno, va, la ciudad es bonita, pero siempre mejor de noche que de día. Y hay muchos músicos que te amenizan los andares…
Pero lo peor, como de costumbre por aquí, fue la comida. Mucho pez, mucho marisco y cosas peores. Lo único que se salvaba era la estética, aunque a veces ni eso…
Quise tomar el ferry a Jeju, pero los 43€ y las 12 horas de viaje sucumbieron a los 24€ y 45 minutos de vuelo. La capital se llama Jeju-si, pero ya había decidido que Jeju no y tomé un bus a la ciudad de Seowipo, en la otra punta de la isla, que es una base mejor para hacer excursiones. Lamentablemente decidí cambiar los grandes ascensos por paseos de agüelo y visitar dos cascadas muy populares entre los visitantes. Me pasé un buen rato observando a la gente feliz haciéndose las mismas fotos y reflexionando sobre la entrañable vanidad del ser humano…
Yo, como soy mucho más vanidoso y conozco la teoría de la relatividad, no suelo hacerme fotos con fondos tan bonitos, porque te hacen parecer más feo…
Paseíto hasta la siguiente cascada con curiosos monumentos dedicados a aquellos que pasamos algún rato que otro jugando con las letras…
…y llegada a la segunda cascada. Tenía gran curiosidad por verla porque, dicen, es la única de Asia que desemboca directamente en el mar. Y yo pensaba en Jorge Manrique y en eso de que nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar que es el morir, y me apetecía ver un río morir de una manera tan desesperadamente romántica. Y reflexionar al sol durante un buen rato sobre Einstein y la vanidad del ser humano, claro…
Pero para que no os quedéis sólo con las vanidades, os dejo una con una visión más general…
Me volví al hotel muy cansado, sacando fotos como esta que me recordaran al verlas que tenía que contaros que Corea del Sur es el país con más cristianos de Asia. Aquí el 50% de los practicantes de alguna religión lo son…
Y estaba tan tan pero tan cansado cenando, que me pareció ver en la pared de enfrente de mi Pollo El grito de Munch. No sé si a vosotros os pasa lo mismo…
Agradecí marcharme de la península coreana. Me esperaba Hong Kong y mi buen amigo David. Y el vuelo lleno de retrasos y problemas a aquella ciudad no hacía presagiar nada bueno. Afortunadamente, me equivocaba por completo. Pero eso va en el siguiente post 😉
El cartel de uso correcto del retrete es para enmarcar…te lo tenías que haber llevado…
Ya sabes que soy un tipo muy cívico 😉 Además llevo la mochila a tope 🙂
Cuando vengas, tu hermana te va a hacer una tortilla de patata que vas a alucinar
Mmmm, con lo bien que te salen 🙂
Y sino tienes bastante con la tortilla de tu Hmna, vente para casa q te hago una barbacoa para chuparte los dedos. Cuídate….. Y me sigue encantando tu visión de una ciudad, sigo disfrutando con ello
Esa barbacoa no me la perdería por nada ;););)