Aunque pensaba dirigirme directamente a la oficina comercial del Icex que es la que informa de todos los temas económicos y de inversión, decidí ir primero a la embajada de España en Panamá, más que nada porque la tengo a tres manzanas de casa. Cuesta arriba, eso sí. Primera sorpresa: al lado de mi lobby hay una casa de dos pisos, con jardín, guardia de seguridad y varias verjas. Y en cada columna de la valla el escudo de la ciudad de Zaragoza y la Virgen del Pilar. Cuando vaya un poco más tranquilo habrá que pasar a preguntar, o qué…

La embajada de España viene a ser como Naomi Campbell: preciosa por fuera y decepcionante por dentro. Hermoso edificio de estilo colonial, color realzaragoza, seguridad y control de pasaportes en la entrada; pero una vez dentro un poquito descuidada, con unas funcionarias muy amables trabajando detrás de unas gruesas vitrinas y un sistema de números plastificados con esquinas acaracoladas. Probablemente me perdí la mejor parte. Esperé mi turno y cuando me llegó y expuse mi problemática… me mandaron a la oficina comercial del Icex.

Aunque haya “tranque” se puede coger un taxi perfectamente ya que éstos te cobran por distancia al destino y no por el tiempo. Preguntas lo que te va a costar al subir y ya está. Lo de preguntar no es por agarradillo, es que si al taxista no le apetece ir al lugar al que tú quieres ir, o no sabe, o no le compensa, pues te dice que no y ahí te quedas. Así que, cuando te dan el ok, sientes que te acaban de contratar después de una calurosa entrevista de trabajo de volante a puerta. Después de 25 minutos de taxi y dos hiperrentables dólares llegué a la calle 50 con la 53. En la oficina comercial tuve una larga charla con Fernando Laguarda, técnico de comercio, que me informó perfectamente de todos los temas que le planteé. Se me quedó alguno en el tintero pero ya le dije que volvería a pasar cuando conociera un poquito más el país. Hablamos de economía, construcción, energía, educación y muchas cosas más. Me indicó la que, según él, es la mejor zona para comprar una residencia en Panamá, al ladito de la zona franca de Colón. Me gustó lo que me contó y, antes de irme a Brasil, visitaré la zona. Ya os contaré. ¿Quién sabe?
Después me dirigí hacia mi ya familiar Riba Smith a por más tomates. Con semejante recompensa en el horizonte, aceleré mi ya de por si acelerado caminar. Error. En este tipo de clima he descubierto que, si caminas por debajo de tu habitual ritmo, te cansas menos, sudas menos y la vida no te sofoca tanto. Así que me serené, aflojé el paso y me puse a caminar no como el que tiene a dónde ir, sino como el que no sabe a dónde va. Y, bueno, se sigue pasando calor, pero se te escapan más sonrisas.
Y, para acabar, una gran alegría. Tengo que reconocerlo: adoro el picante. Más concretamente: adoro el Tabasco. Deliciosa salsa inventada en 1868 muy cerquita de mi querida Nueva Orleáns, originalmente se vendía en botecitos de colonia sellados con cera verde para mantener su sabor. Esa es la razón de que la etiqueta del cuello de la botella sea verde. Ah, y en cada una caben 720 gotas, pero medidas en cucharillas de café, no como salen de la botella, porque entonces depende de la fuerza de tu muñeca. ¿Qué por qué os cuento todo esto? Probad a abrir un tomate por la mitad y echad una buena pizca de sal y dos o tres buenos empujones de muñeca de esto

De nada…