Volcán Barú

En la visita a la planta de café cometí un error: tomé café. En fruto de la planta, en grano tostado y en taza, para probarlo todo. La noche anterior había dormido regular como ya podréis comprobar por la cara de pánfilo que tengo en las fotos anteriores. Esa noche iba a subir al Barú, un volcán apagado de 3.478m, con unos amigos franceses y alemanes, así que, después de comer, me tumbé a dormir una larga siesta hasta las nueve por lo menos. Pero para alguien que no es bebedor de café, la visita de la mañana fue demasiado. No pegué ojo y no hacía más que revolverme en la cama. Así que salí de la habitación y me fui de tertulia con Holanda y Francia hasta las once de la noche. A esa hora pasaba a recogernos un taxista para llevarnos al comienzo de la ascensión al volcán. La idea era llegar a la cima para ver amanecer desde allí.
Comenzamos la ascensión a las 23:20. Por delante unas seis largas horas de ascensión para salvar los 1.658m de desnivel hasta la cumbre. En la frente una linterna para alumbrar un camino que no presenta ninguna dificultad. Empezamos Malte y Sarah, de Alemania, Julie y Clermont de Francia y un servidor de España. Como buena unión europea, Alemania delante, Francia detrás y yo cerrando el grupo. Al estar el camino tan marcado pudimos permitirnos el lujo de ir cada uno a nuestro paso. Eso hizo que a veces me encontrara sólo en cabeza o muy separado entre ambas potencias. Era una sensación agradable escuchar sólo tu respiración debajo de la pequeña luz. A veces la apagaba y me quedaba solo entre la oscuridad en medio del bosque. Imaginad el cielo sin una nube y a 3.000m de altura: la osa mayor, la menor, Orión, Escorpión… El bosque nos acompañó hasta 100m antes de llegar a la cumbre. Es curioso porque en el Pirineo los pinos empiezan a desaparecer después de los 2.000m. Después de una pequeña trepada que se me hizo un poco desagradable por el cansancio y la oscuridad, pude alcanzar la cima a las 5:33. Francia esperó al amanecer y Alemania decidió que se veía todo igual 50m más abajo. La media hora que quedaba hasta el amanecer se me hizo larga y fría, pero cuando fue llegando la hora se veía esto

Pero lo más emocionante de todo, a parte de las estrellas y de estar en el punto más alto del país, fue ver los dos océanos más grandes del mundo a la vez. Bueno, intenté hacerlo a la vez pero parecía un camaleón y sólo provoqué las risas de mis compañeros, sólo tenías que darte la vuelta. En este vídeo se ve mejor

La bajada nos guardaba una sorpresa. Como ahora ya teníamos luz pudimos observar el bosque tropical en su plenitud y, aunque el calor y sobretodo el sueño apretaban, tuvimos un descenso bastante agradable.

Como Alemania no había llegado a la cima comenzó antes el descenso y ya no los volvimos a ver. Esta es nuestra última foto esperando al taxi.

Y después llegada al hostel. Ya había hecho el check out pero pude darme una ducha, prepararme un poco de elaborada pasta con un chorro de aceite y coger el primer bus a David y de allí otro hacia Penonomé donde paré a hacer noche con Joseluis. Una gran experiencia pero muy cansada, especialmente por el sueño. En la parada del bus en la estación de Santiago no hubiera podido ni llorar: ¿con qué iba a secarme las lágrimas si no tenía suelto…?

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Diego dice:

    Jorge, q envidia sana me estas dando…lo de subir a un Volcan a ver el amanecer es un planazo increible. cuidate hermanico!

    1. jorgeadiego dice:

      Bueno Dieguito, tampoco es para tanto. El volcán está apagado y te aseguro que yo siempre preferiré los atardeceres. Por el tema de madrugar y eso…
      Un abrazo

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