Chile y la alegría de ser aragonés

La entrada en Chile fue tan desilusionante como me esperaba: adiós al jamón envasado y a las alubias que me regalaron en Brasil. Las autoridades chilenas son muy estrictas con todo elemento orgánico que atraviesa sus fronteras. Es comprensible en un país que vive de sus exportaciones de vinos y frutas, entre otras, y aislado del mundo por Andes, desiertos y océanos. La idea de la entrada de una mosca de la fruta o cualquier tipo de fiebre, se contempla como una gran amenaza para cultivos y ganadería. Como Cristián me estaba esperando al otro lado del muro y el vuelo ya traía un retraso de 50 minutos, no tuve tiempo de llevar a cabo mi plan de comerme el jamón en la aduana y ofrecer semejante delicia a todo el que pasara. Así que allí se quedó, con la promesa por parte de las autoridades de que sería destruido al final del día. Vaya consuelo…
Una vez más, ver a mi amigo eliminó al instante mi nostalgia jamonera. Conocí a Cristián en un máster de comunicación empresarial que realicé en Barcelona. Os dejo dos fotos de él y su hijo Sebastián para que ambos os caigan bien al instante

Cristián está casado con Lore y es abogado. Lleva una vida tranquila en lo familiar y menos tranquila en lo laboral. El domingo fuimos a tomar un asadito en casa de sus padres con algunos familiares. Todo regado con excelentes vinos chilenos. Una forma excelente de acabar la semana.
El lunes me dediqué a visitar la ciudad. Me causó una mejor impresión que en mi último viaje en octubre del 2008, tal vez porque ahora el clima acompaña. Después de un paseo inicial por los alrededores y visitar una librería recomendada, agarré el metro para ir a la estación y comprar mi billete a Mendoza. Tuve la suerte de encontrar una mini furgoneta por 16€ de esas que te dejan parar para hacer fotos. Tengo unas ganas enormes de cruzar la cordillera. La euforia que me hizo tener el billete en mi poder me envalentonó. Tanto que al ver esta peluquería decidí meterme en ella

Como al día siguiente tenía tres visitas importantes y llevaba el pelo como Chewaka, no podía encontrar mejor lugar para cortarme un poquito el pelo. Una vez dentro, mi ilusión de caballero Jedi se desvaneció cual Ander Herrera, al ser informado de que el nombre del lugar se debía a un paupérrimo homenaje al nombre de las propietarias, Jerónima y Dionisia. El resultado del corte mejor obviarlo. La Estrella de la Muerte. Al menos sólo me costó 4 eurillos. La alegría de la tarde fue quedar con Jonathan, amigo de Berkeley al que ya visité en el viaje de 2008, y que mintió maravillosamente bien acerca de las habilidades capilares de Jerónima. Jonathan es especialista en marketing y también cae bien al instante. A que sí…

Las visitas del día siguiente fueron estupendas. La primera con un empresario chileno amigo de Cristián y dedicado a los sectores de grifería, energías renovables y capital riesgo. No os aburriré con las conclusiones que serán comunicadas a los interesados, pero decir que este país está orientado desde hace mucho tiempo al exterior. La empresa de este muchacho lleva instalada ya 20 años en China. Además, en la rama de capital riesgo y renovables, tiene socios en India, España y EEUU. Chile exporta. Y no sólo cobre.
La segunda visita fue a la oficina comercial española. Allí me atendió Vicente, un chico bastante eficiente y afable que me informó sobre los distintos tipos de visados y permisos de residencia que el país ofrece a las personas interesadas en establecerse en él. Además, me comentó sus impresiones sobre la vida en Santiago, su clima, el modo de vivir de la gente, los precios de los alquileres y un montón de cosas que hicieron que la charla se alargara más de la cuenta. Espero poder pasarme la semana que viene a hablar con sus jefas que son especialistas en inversiones en el país.
Pero lo mejor del día me esperaba 40 minutos de caminata después. Soy un andarín y 30 grados a la sombra y un traje negro pero sin corbata, no me iban a impedir dar un paseo hasta la Casa de Aragón de Santiago de Chile. Al llegar me encontré tres personas maravillosas. Eugenio, su presidente, es como un padre para todos los aragoneses que llegan a Santiago, aunque sólo sea para un rato. Estuve hablando dos horas y cuarto con él, Mauricio y Cote, que se marchó pronto. Empresarios aragoneses establecidos en Chile, relación con otras casas de distintas comunidades autónomas, el carácter chileno, negocios potenciales, fútbol. Para todo hubo tiempo. Fue muy emotivo encontrarse un pedacito de Aragón a más de 13.000 km de casa. Me sentí muy contento de ser aragonés en ese momento. Al final de la charla me regalaron un llavero de la casa y nos hicimos una foto con nuestras banderas y la Virgen del Pilar.

No contentos con haberme regalado más de dos horas de su tiempo, al día siguiente me invitaron al fútbol con Nacho y Miguel Angel, dos chicos de Huesca que están trabajando aquí en un proyecto de ahorro energético muy interesante. Una de las “condiciones” para ser aceptado en la Casa de Aragón es ser hincha de la Unión Española, equipo chileno participante este año en la Copa Libertadores, ya sabéis, la Champions Sudamericana. Digo chileno pero su uniforme es el mismo que el de la selección española, son apodados los hispanos y gran parte de su hinchada es descendiente de españoles. Me encantó acudir a mi primer partido de la Libertadores. Lástima que la Unión perdió el partido y con él todas sus opciones de clasificación para la siguiente ronda. Nos consolamos después cenando todos juntos y comentando más anécdotas de aragoneses, españoles y chilenos. Un gran final para un gran día.


Ahora son las 3:38 am y mañana me voy a Mendoza. Allí me espera Miguel con vino, asados y recuerdos de la Expo…

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