El sur de la India y vuelta a casa

Comienzo estas líneas desde un hotel en Delhi donde me dispongo a pasar la última noche en India. Esta última semana, en la que he visitado el sur del país, ha sido relativamente tranquila. La excusa del viaje era que en Bangalore vive mi amigo Muthu y tenía muchas ganas de verle, así que reservé unos vuelos domésticos de Delhi a Goa, de Goa a Bangalore, y de Bangalore a Delhi porque solo tenía una semana y en tren no me daba tiempo. También me apetecía utilizar el último medio de transporte que me quedaba. Por cierto, la seguridad en los aeropuertos indios es extrema. Solo pueden acceder los viajeros con billete impreso. Si vienes a recoger a alguien o esperas fuera o pagas una entrada de 80 rupias (1,3 €, más o menos, que aquí te sirve para comer un día) y entras, siempre que no lleves ningún tipo de bolsa, claro…

Goa fue colonia portuguesa hasta el 19 de diciembre de 1961, así que ayer se cumplían 50 años desde su incorporación a la India. Es un estado muy pequeño y bastante diferente al resto del país. Aquí hay gran presencia de católicos y catedrales, lo cual choca bastante cuando llevas más de un mes con Krishnas, Vishnus y Shivas. El sitio es lugar de vacaciones para indios acomodados y extranjeros, rusos y británicos en su mayoría. Os dejo un par de fotos de la playa de Palolem, al sur del estado, donde vine dos días a mojarme los pies

Es un sitio un tanto hippy y bohemio. La gente viene y se alquila unas casitas como estas en la playa

Suelen costar unas 500 rupias la noche (8€) en temporada alta. Si te quedas un mes te hacen un gran descuento. Yo me decanté por una casita más arriba, sin tanto oleaje. La playa está llena de chiringuitos donde te hacen el pescado capturado en el día a la brasa. Eso sí, si en la India va todo lentamente, aquí más. Pedí una cerveza y un pez a la vez. Primero os pongo la foto de la llegada de la cerveza y luego la del pez. Juzgad vosotros mismos…

El pescado venía con velita incorporada para ver un poquito mejor las espinas. Muy rico, por cierto, pero como todos los peces, me dejó con hambre. Menos mal que las cervezas suelen ser de 660 ml y la cebada acudió a mi feliz rescate…

Como os decía antes, de Goa volé a Bangalore a ver a mi amigo Muthu. Éramos vecinos en Berkeley y con él descubrí el fuego bucal. Todavía recordamos aquella anécdota del picante retroactivo que me preparó en USA y que me tuvo día y medio con las papilas palpitantes. Como me puse muy pesadito con la gastronomía india, él y su amigo Arun, me llevaron a un supermercado donde hice acopio de todo tipo de especias y lentejas, que aquí son muy comunes. Os dejo una foto con él y con una bolsa de chile rojo indio molido. La que voy a armar cuando vuelva…

Y es que el día anterior por fin encontré el libro de cocina que andaba buscando, lo cual tiene bastante mérito ya que las librerías aquí son más o menos así…

Pero encontré lo que quería, un libro con un listado muy completo de las especias más comunes, con sus fotos y nombres en inglés e hindi y las recetas favoritas de todos estos días: samosas (especie de empanadillas rellenas con guisantes), paneer (requesón sin especial sabor pero al que le tengo cariño por haber sido casi mi única fuente de proteínas en Vrindavan), channa masala (garbanzos picantísimos, tanto que se llaman como el malo de Ben-Hur) o dal makhani (guiso de lentejas y judías rojas con nata y mantequilla. Ideal para una siesta de invierno…). Insisto, la que voy a armar cuando vuelva. Ah, estáis invitados…

Por cierto, me llama mucho la atención cómo compran la infinidad de tipos de legumbres y arroces  aquí. Son tan populares que se hace a granel. Las guardan en unos cilindros metálicos y ellos mismos se sirven. Demostración:

Así que con mi libro, mis especias y un poco de sándalo para la piel que compré con mis amigos, me vine de vuelta para Delhi donde he pasado un último día bastante tranquilo. Quería comprar un libro de sopas indias, pero me ha dado pereza ponerme a buscar. Probablemente me comprendéis…

Además seguro que estaba debajo del todo.

He vuelto relativamente pronto al hotel y, casi al llegar, me he puesto a grabar un vídeo un tanto nostálgico con todo el follón del que llamo “mi barrio”. Os lo pongo no por nada en especial, es que me hace gracia que aquí te piden dinero por todo, y siempre te quieren vender algo. Así que mi vídeo de despedida empieza con un “hello my friend” y casi acaba costándome 100 rupias, de no ser por el ataque de risa que me ha dado cuando lo he acabado y la palmadita en el hombro de “ya te vale ya” que le he dado a nuestro protagonista…

¿Y qué me decís del jaleo de ánimo del último…? Qué país…

Pues se acabó. Como en todo viaje, lo mejor siempre es la vuelta a casa. Encontrarme con todos vosotros, el frío de un invierno de verdad, el Pirineo nevado, las borrajas, el pan con tomate, el jamón, el chuletón de buey de Jaca muy poco hecho que me voy a pimplar en cuanto llegue, el Real Zaragoza que no gana desde que me fui y que me espera para volver a hacerlo, y la cena de Nochebuena en casa de mi hermana Conchita con vinico rico y risas aseguradas.

Me despido con una foto que resume mi viaje. Vine por estos niños y con ellos digo adiós. Sin ninguna duda, han sido lo mejor, lo que más ilusión me hará reencontrarme cuando vuelva a este fascinante y enorme país. Gracias a todos por haberme leído. El 30 de noviembre batisteis el record con 115 visitas en un día. Me encanta viajar con vosotros. Hasta la próxima.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Conchita Portet dice:

    Gracias a ti, por dejarnos vivir tu precioso viaje atraves de ti. Buen viaje y por aki te esperamos.

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