La verdad sea dicha, me cuesta bastante llevar al día el blog. Llego tan cansado al hotel y son tantos los asuntos a organizar y planificar, que cuando llega la hora de ponerme a escribir se me hace duro. Por si eso fuera poco, las conexiones que estoy teniendo son muy lentas, con el añadido del programita anticensura… Lo que pasa es que sois tan cariñosos con vuestros mensajes y comentarios que no me importa ponerme un par de horitas. Me da rabia no poder responderos uno a uno, pero seguro que me lo disculpáis 😉
Ya no estoy en Teherán. Como os comenté tomé un bus hasta el mar Caspio, concretamente a la ciudad de Noshahr. No es que tenga gran cosa, pero la carretera que lleva hasta ella atravesando los montes Alborz es preciosa y este simple hecho ya vale la pena el viaje, por cierto, en un bus fantástico. Os dejo un par de fotos de estas montañas. En la segunda podéis ver a la derecha por dónde va la carretera…
Después de cinco horitas de giros y más giros para hacer poco menos de 200km, eso sí, infernales, llegamos a Noshahr. Busco hotel, dejo mis cosas y me voy corriendo a ver el mar Caspio. El día es muy gris, estoy muy cansado del viaje en el bus ondulado, me da un poco de bajón y pienso que debería llamarse mar Caspa. Con ustedes, el mar Caspio, a unos 50 metros bajo el nivel del mar (paradojas de la vida: un mar por debajo de sí mismo)
Por cierto, no pensaríais que por llamarse “mar” o “Caspio” lo del vestuario iba a cambiar, ¿no?
Pero en los viajes, como en la vida misma, cuando estás de bajón quiere decir que ya estás más cerca del subidón, y así fue. Mientras comía yo medio tumbado sobre una moqueta que olía igual que mi perro de la infancia Golf cuando volvía de corretear por el jardín en una tarde de lluvia…
…decidí pedirme un “ghalyoon”, una de esas enormes pipas de agua con sabor a menta, cappuccino y algún que otro sabor más. Como el muchacho que me atendía no me entendía (como de costumbre) una chica de la alfombra de al lado, con un inglés más que bueno, se ofreció a ayudarme. Se llamaba Rose y estaba con su madre y con su tía. Fue estupendo, estuvimos hablando casi una hora, ellas también con su pipa. A modo de resumen os contaré que tenía 33 años, no soportaba el régimen actual, había estudiado ingeniería industrial y ahora mismo trabajaba como profesora de piano después de 24 años de estudio del mismo. Lo que no me supo concretar es la respuesta a mi pregunta sobre qué pasa si una mujer una mañana decide que no se cubre más el cabello. Primero se pasó el índice por el cuello, luego dijo algo de la policía, para terminar haciendo gestos de pegar con un palo y no-sé-qué de matar… Nos hicimos unas fotos, intercambiamos correos y la invité a España. Me pidió por favor que no publicara ninguna de las fotos porque me sorprendería hasta qué punto el gobierno vigila a los turistas extranjeros (a los que no hace ni un solo esfuerzo ni promoción por atraer) y a sus propios ciudadanos, y no quería tener problemas. Está muy mal visto que una mujer se deje fotografiar por alguien que no sea su marido o algún familiar…
Antes de volver a la habitación me di una vuelta por el bazar, es decir, por el mercado. Cualquier pueblecito por pequeño que sea tiene su bazar y ya sabéis cuánto me gusta pasear por ellos. El de Noshahr me encantó. Os dejo unas fotos…
Y a la cama que hoy me tenía que levantar a las cinco y media para coger un taxi que me llevara a la ciudad vecina de Chalus y allí coger el bus de las 7 a Rasht. Al llegar he visitado un pueblecito precioso en las montañas llamado Masuleh, pero no os cuento nada porque mañana, si todo va bien, voy a volver con un guía que he conocido y me va a llevar a hacer algunas rutas por la zona. No le he entendido bien si dormiremos en la montaña o en su casa. Bueno, da igual, saco de dormir llevo…;)
Qué limpio el bazar. La carne tiene (tenía) una pinta cojonuda. Un abrazo,
Nicolás
Que contentas estamos !las mayores! con las nuevas tecnologías.Algo más tranquilas con tus noticias.Un abrazo muy fuerte Tus hermanas Asun y Conchita
Como mola el bikini persa!!!. Qué desvergonzadas…
Me llama la atención la arquitectura del castillo de arena, tan distinta a la nuestra 🙂 no pares de escribir, abrazos
Esa foto del mar Caspio la tienes cualquier día en la bahía donostiarra, aunque con distinto vestuario ;-). Besote gordo.
grande jorge te seguimos atentamente,eres nuestra vista por el mundo
Su narrativa genera adicción, imaginese: leo bajo las estrellas tras ascender a «otro cielo»….;)