Yo quería acabar mi viaje aquí. Buenos Aires era una especie de destino final donde yo pensaba pasar al menos un mes y empaparme de ella entera. Pero como esta aventura es flexible a más no poder, al final decidí quedarme sólo diez días, que además se iban a reducir por la visita a Nicolás y Sebas en Uruguay.
De Buenos Aires me gustaba hasta el nombre. No creo que una ciudad pueda tener un nombre más bonito si exceptuamos La Paz o Jorgépolis. El viaje en Etiopía, donde os presenté a Flopi, Lupe y Jenny, incrementó mis ganas de llegar a la ciudad, así que el vuelo de San Pedro de Atacama a Buenos Aires vía Santiago se me hizo largo. Amenicé mi estancia en el aeropuerto de esta última ciudad paseando por el mismo y reflexionando durante el Brasil-Chile que lo de este planeta con el fútbol es para hacérselo mirar…
Claro que echarle una ojeada a mi avión favorito me ponía más que contento. Como algunas de las personas que he conocido en este viaje, es tan bonito por dentro como por fuera…
Durante el vuelo las azafatas nos informaron que Chile había sido eliminado por penaltis, con la consiguiente decepción tanto por parte de los chilenos como de los argentinos que compartían mi vuelo. Yo me evadí del desencanto general pensando que mis tres amigas me estaban esperando unos miles de metros más abajo, y este hecho me dibujaba una sonrisa tonta en el rostro. Lo que no me imaginaba tras el rápido control de inmigración era esto…
Adjunto foto detalle de la mini obra de arte sentimental aclarando que yo en Etiopía llevaba el pelo bastante más largo que ahora 🙂
Besos, abrazos, globos, gritos, mate y una pequeña delicia en forma de alfajor que me advertía que esta ciudad iba a ser diferente a todo lo que me había encontrado hasta entonces…
…delicia que por cierto iba a ser incrementada con nuevas variaciones y el paso de los días…
Llegada a casa de Flopi, mi anfitriona. Presentación de mi cuartito, como ella lo llamaba, y algunos de los miembros de su numerosa familia. Acto seguido primer paseo por la ciudad con Flopi y Lupe, rubia esta, morena aquella. Y como por aquí se tiene costumbre de pasear agarrados del brazo, yo, feliz, me sentía como Don Hilarión en la Verbena de la Paloma, cambiando Buenos Aires por Madrid 😉
Al llegar a casa sorpresón: Agustín, uno de los nueve hermanos de Flopi, estaba en la terraza preparando esto…
…y las gotas que caían sobre las brasas no sé si eran la grasa de la carne o las lágrimas que derramaba mi felicidad… Sin tiempo para resolver tan complicado dilema, nos sentamos a la mesa, y mientras nuestro entrañable chef iba y venía cual delicioso tango gastronómico, tertuliábamos a dos carrillos sobre Etiopía, Argentina, viajes, mundiales y lo que se prestase. Y al final de la cena tuve la oportunidad de lubricar mi exagerada ingesta con este mágico elixir que ya tenía yo ganas de probar…
Se llama Fernet. Es un licor de hierbas digestivo que se puede tomar solo o con cola. En realidad por aquí casi todos lo toman con cola pero solo también está muy rico. El problema fue que durante la cena di además buena cuenta de su azulada y fresquita novia de atrás, así que me fui a la cama bien contento. Estaba en Buenos Aires y este vagabundo había sido acogido por una banda de ángeles. La vida, más que sonreírme, se partía de la risa 🙂
Al día siguiente, y mientras Flopi trabajaba en el hospital, la milagrosa ausencia de resaca me ofreció un breve momento para trabajar en mi blog. Sin embargo, en cuanto mi ángel llegó a casa, la maquinaria se puso en marcha. Me explicaré: la hospitalidad de esta familia y sus amigos es tan extraordinaria, que todos se coordinan para hacerle sentir a uno el centro del universo. Juan se ofrece para llevarte a Tigre en su coche durante un ratito que tiene libre, Agustín irá contigo al teatro un día de estos por la noche, por supuesto Flopi, Lupe y Jenny se irán turnando para llevarte a esos sus lugares favoritos de la ciudad, y así sucesivamente… Uno se siente como una de esas estrellas de rock que se tiran encima de una audiencia que les lleva en volandas sin preguntar a dónde. Porque una de los mejores aspectos de esta actitud es que se me permitían sugerencias, pero no decisiones. Si mi adorable dictablanda percibía que me apetecía dulce de leche, se me llevaba al mejor sitio de tartas (aquí tortas) posible. Y así con teatros, fútboles, carnes y demás. Porque esta gente, es un golazo…
Aprovecho este momento para redefinir el concepto “golazo”. Normalmente, todos pensamos que un golazo es un gol como este, muy parecido al que marco yo casi todas las noches antes de dormirme con el Real Zaragoza en la final de la Champions…
(Abro paréntesis para una aclaración y un par de reflexiones. La aclaración: en Argentina un barrilete no es una persona pequeñita y regordeta, un barrilete es un cometa, de ahí lo de barrilete cósmico. Sí, a mí también me decepcionó descubrirlo… Las reflexiones: ese gol se lo mete a Inglaterra y a la nobleza con la que vive esa gente este deporte. Si Fenwick, el número 14, fuera, digamos, italiano, el barrilete no pasa… 😉 Y dos, en ese partido Maradona previamente había metido un gol con la mano que subió al marcador. Cuando el seleccionador inglés fue preguntado al respecto, volvió a hacer gala de la nobleza a la que me refería anteriormente y respondió: “¿Que fue con la mano? No importa, el segundo que marcó vale por dos…”. Cierro paréntesis brindando por Bobby Robson que nos dejó no hace mucho. Ah, y si a alguno le da urticaria pensar en Maradona, recordad que a los artistas se les juzga por su obra, no por su vida…)
…y cuando uno llega al museo de la Bombonera del club Boca Juniors, recuerda aquel momento y se emociona viendo esto…
…claro que también respirando esto…
El museo es precioso. Me maravilló el uso de la pasión por el club para enseñar historia: tres pantallas, en una la historia del mundo, en la otra la de Argentina y en la tercera la de Boca Juniors. Me apropio de esta técnica tan genial para motivar a los alumnos. ¡Gracias!
Pero a lo que iba: un golazo en Buenos Aires no es sólo lo que se ve en ese vídeo. Un golazo es cualquier cosa que sea genial y así se utiliza en el habla diaria. Esa vista es un golazo, esa mina es un golazo, y así sucesivamente. Y uno pasea por la ciudad y sonríe…
…porque ¿cómo no sonreír paseando por Buenos Aires?…


Por supuesto, la ciudad también tiene sus monumentos, pero eso ya me parece más aburrido. Probablemente los dos más famosos del país ya los conocéis. Son estos…
…pero mi favorito es este. Y con esos adornos todavía más 🙂
Gente adorable, gastronomía esmerada, fútbol apasionado… ¿Qué más podría ofrecerme esta ciudad?… ¿Sería alguna de las tres candidatas a cenar conmigo que María, la mamá de Flopi, tenía para mí? Sí, sí, en este lugar tan fantástico, la gente que te quiere piensa en gente que te podría gustar, te ponen en contacto y quedas. Así de simple. Recuerdo cuando tomando las tartas de dulce de leche Flopi me alcanza un número de teléfono y me dice: “Este es el número de Luz, médico, 35. Llamála”. Y yo, por primera vez en mi vida, llamo a una absoluta desconocida para quedar a cenar con ella mientras Flopi y Lupe me hacen corazoncitos con las manos y me sacan fotos como si de mi primera comunión se tratara. Volvía casi a las dos de la madrugada aquella noche, caminando por la avenida Santa Fe después de cenar con una simpatiquísima belleza, comenzando a descubrir los motivos que hacen de esta ciudad un lugar tan estupendo.
Un huequecito especial para el aspecto cultural. Abarrotada de teatros y pequeñas librerías que no cierran hasta medianoche, Buenos Aires respira y habla literatura. No me extenderé en ello, pero os dejo un breve diálogo que resume un tanto mi amor por esta ciudad y su gente. Teatro del Liceo, el más antiguo de la ciudad. Mi amigo Agustín me espera mientras voy al baño. Dos señores elegantísimos y entrados en años, que bien podrían ser estos…
…se disponen a aliviar esas incómodas necesidades que se acentúan con la edad. Me sitúo a la derecha de ambos con similar propósito. Y comienza la brevísima escena. Os pido un poco de imaginación para que leáis el diálogo con ese acento porteño que tanto me fascina, rebosante de chulería y dignidad…
Hombre 1: (Como excusándose por la asimetría entre su porte y el lugar) “Dicen que la obra es laaaarga…”
Jorge: (Silencio. Amplia sonrisa…)
Hombre 2: (A los 4 ó 5 segundos de la afirmación hecha por Hombre 1) “Yo lo llamo, el meo preventivo…”
Hombres 1 y 2: (Silencio. Amplias sonrisas)
Jorge: (Silencio. Estruendosa carcajada interior. Saliendo) “Y yo me vengo a vivir aquí en cuanto pueda…”
Risas por triplicado y telón… 🙂
Al día siguiente hice la mochila en mi cuartito con la cabeza tan baja que me olvidé hasta de mi querido cartel de bienvenida que colgaba de la pared, claro que para eso mi Flopi iba a encontrar solución unos días más tarde. Bajé, tomé un taxi y volví a tener una de esas charlas tan deliciosas que los taxistas de esta ciudad te regalan. Y tomé el barco que me llevaba a Montevideo mirando cómo se hacía pequeñita la ciudad sintiéndome un emigrante inverso. Pensé melancólico que la bandera argentina, lejos de cicatrizar el cielo con su ondear como las demás, se mimetiza con éste, y me di cuenta de que cada vez que mire hacia arriba me voy a acordar un poco de este país…
Volveré. No sé cuándo ni cómo ni por cuánto tiempo, pero volveré. A Buenos Aires, a la ciudad de todos los tiempos. Me ha dejado una huella imborrable, más de la que incluso esperaba. Y cuando la recuerdo me gusta pensarle al infinito algo así como, gracias Dios, por Buenos Aires, por el teatro, por los libros, por la Quilmes, por el dulce de leche, por sus gentes… Y sobre todo gracias por mis amigas, por mis angelitos, por los Colunga. Porque ellos son, sí, ya lo sabéis, un golazo…
Bravo!!
Gracias Francisco 🙂
Tu prosa se va tornando cada vez más barroca, churrigueresca y rococó… Debe haber algo en ese país que hace que la verborrea se desate. Estás alcanzando cotas que ni siquiera tu tocayo el trovador Jorge Alberto Valdano se atrevió a nunca a superar…
Mi top comenter ataca de nuevo 🙂
No sé de qué te sorprendes, mi prosa y yo siempre hemos sido un poco así. Pero sí, es una de las características de esta urbe maravillosa: te da ganas de expresarte mejor, entre otras 😉
Un abrazo Chemita, pronto en persona 🙂
Que bien te lo estás pasando en Bs As… Asados, Quilmes, Fernet Branca… Y alfajores! Te esperamos con vitamina D… Pero trae unos alfajores Havana. Muchas suerte, Faustino y Nacho
Mil gracias señores. No podré complacerles con los alfajores pero una sesión de vitamina D con unas cervezas sería muy bien recibida 🙂
Un abrazo grande, pronto en persona